Una de las consecuencias negativas primarias de vivir desde el ego es la codependencia. Es un término que describe la relación adictiva de una persona con otra.
El codependiente es una persona definida y controlada por otras personas, por situaciones y por los imperativos y reglas del ego. Los codependientes están definidos por todo tipo de cosas, salvo por su Yo Superior. Viven su sentido del yo y su valía a través de otras personas. Cuando renunciamos a la responsabilidad de definir al Niño Interior y darle valía, el Niño se queda atascado buscando definición y valía por otro lado, porque ser dependiente de los demás. Siempre que optamos por actuar desde el ego, hemos optado por renunciar al poder de definirnos a nosotros mismos y por entregar ese poder a otras personas. Así se define la persona codependiente: una persona que entrega a los demás el poder de definirlo a él o a ella misma.
Cuando permitimos que otras personas definan nuestra valía, entonces debemos intentar controlar lo que piensan de nosotros. Toda nuestra conducta controladora (nuestra ira, reproches, llantos, explicaciones, cuidados, obediencias y negaciones) viene de creer que podemos controlar lo que piensan de nosotros los demás y cómo nos tratan, y que lo que piensan de nosotros y cómo nos tratan, creemos que eso, define quién somos. La verdad del Yo Superior es que nuestro sentimiento de valía y de amor propio procede del amor hacia nuestro Niño Interior. La mentira del ego consiste en que nuestra valía y nuestra autoestima vienen de otras personas.
De niños nos enseñan sistemáticamente a creer que nosotros somos responsables de los sentimientos de los demás y que, por lo tanto, los demás son responsables de nuestros sentimientos. Cuántas veces hemos escuchado cosas como “Me estás haciendo enojar”, “Me estas volviendo loco”, “Me haces desgraciada”, “Me haces feliz”. Con estos mensajes adquirimos la creencia que nuestra felicidad o tristeza estaba a expensas de otra persona.
El Niño Interior abandonado es impotente para cambiar esta creencia y es impotente para definirse a sí mismo. Sólo el Adulto Interior, nuestra parte lógica pensadora, tiene el poder de cambiar la creencia y de optar por definir el yo. El Niño abandonado queda convertido en víctima impotente, y proyecta esto sobre los demás, creyendo que bastaría con que los demás cambiasen y lo tratasen de manera diferente para que le desapareciese el dolor. Pero el dolor no desaparecerá jamás hasta que el Adulto Interior vuelva a asumir el poder y tome una nueva decisión de aprender con y de el Niño Interior.
Cuando dos co-dependientes no tratados ni recuperados se juntan, algo que es inevitable, porque la mayoría de las personas están desconectadas y, por lo tanto son co-dependientes, establecen una relación personal de codependencia. Cada una de ellas depende del amor y de la aprobación de la otra persona para crear sus propios sentimientos buenos, y cada una de ellas echa a la otra la culpa de sus propios sentimientos malos. Cada una intenta controlar a la otra persona para recibir amor y la aprobación que desea. Cada una puede desearlo bajo una forma diferente. Una puede desearlo a través del sexo, la otra a través de pasar tiempo juntas, otra puede desearlo a base de que la otra se haga cargo de las necesidades económicas, etc.
La mayoría de las personas emprende sus relaciones de pareja con niveles bajos de amor propio, esperando que sea su compañero o compañera quien les haga sentirse plenos y bien consigo mismos. Este hecho, el que las personas esperan que sea el compañero el responsable de los buenos sentimientos, es una de las grandes dificultades de las relaciones personales. Pero sólo cuando una persona se ama a sí misma por medio de la conexión amorosa con el Niño Interior, entonces puede amar verdaderamente a otra persona, deseando conocerla y apoyando su desarrollo y su felicidad.
Cuando uno no se ama, se siente amenazado por el desarrollo de la otra persona. De modo que, en lugar de apoyarla, intenta empequeñecerla y controlarla. Cuando uno no se conoce ni se ama a sí mismo, teme el rechazo, el abandono y el dominio por parte de su compañero o compañera, y encuentra muchos modos de protegerse. Una persona no puede dar amor mientras se está protegiendo.
Para poder mantener relaciones amorosas, debemos empezar por explorar a Nuestro Niño Interior y por cuestionar y poner en duda nuestras creencias erróneas y autolimitadoras sobre nosotros mismos. Mientras no sepamos que somos dignos de ser amados, dependeremos de otras personas para que nos hagan sentir bien con nosotros mismos, pero seguiremos teniendo miedo a la desaprobación, el rechazo y el abandono.
2 comentarios
Alejandra:
excelente artículo, gracias por compartir.
Excelente estudio gracias