La raíz del dolor emocional y su sanación

Alguna vez te has preguntado ¿por qué existen tantos matrimonios infelices?, ¿por qué existe tanta delincuencia, tanta violencia, tanto odio?, ¿por qué existe tanta tensión, tanta angustia y tantas enfermedades?, ¿por qué existen tantas personas infelices, tantas personas que sufren, tantas personas con poco amor propio, tantas personas que se sienten solas y vacías?

Nuestra cultura y sociedad está saturada de personas que son adictas a algo: al alcohol, a las drogas, a la comida, a ir de compras, a los video juegos, a la televisión, al dinero, al poder, al sexo, a la aprobación de los demás, todo ello es una manera rápida que tenemos de cubrir el vacío interno, es una manera de llenarnos.

¿Y por qué estamos tan vacíos? Nuestra sociedad atraviesa una crisis que inicio hace miles de años atrás, es la consecuencia de habernos desconectado internamente de nosotros mismos.

El estado natural de todo ser humano es un corazón rebosante de alegría, amor y de luz, tan lleno que desborda y vierte luz y amor por todas partes. Pero la mayoría de nosotros estamos tan lejos de ese estado natural, tan lejos, que no sentimos más que una sensación de vacío interno. Y cuando nuestros corazones están vacíos y no sabemos cómo llenarlos desde adentro es porque no nos lo han enseñado, entonces solo nos queda llenarlo por afuera. Las adicciones es una manera rápida de llenar ese vacío desde afuera.

Podremos trascender esa sensación de vacio interno, de separación, aislamiento y soledad, solo cuando logremos conectarnos internamente, entonces podremos conectarnos con los demás.

¿Pero cómo podemos realizar la conexión interior? Para facilitar la comprensión del practicante utilizamos el simbolismo del Niño Interior, que se encuentra dentro de cada uno de nosotros.

Todos los problemas de nuestra sociedad se originan por la desconexión con el Niño Interior. Todos los actos de desamor hacia los demás y hacia el planeta son manifestaciones de la desconexión y el abandono interno que se transmite de generaciones a generaciones. Una vez que la persona se desconecta de su Niño Interior y deja de estar disponible para actuar en nombre de la nobleza, amor, sensibilidad y sentido de unidad de su Niño, entonces el Niño Interno herido hace estragos en su vida, principalmente en sus relaciones, sobre todo dentro de la familia. El miedo que se crea a través del abandono interno se proyecta sobre los demás y se materializa en la violencia y en la guerra.

Resultados de la conexión interna

Vivir desde la conciencia del Yo Superior es posible cuando se realiza la conexión entre el Adulto Amoroso y el Niño Interior amado. Es la conexión en equilibrio entre los dos (Adulto/Niño, Dios/Diosa, Masculino/Femenino, Yin/Yang) la que constituye el Yo Superior.

Definimos el Yo Superior como nuestra plenitud, nuestra capacidad de amar y nuestro sentido del poder personal: quiénes somos en realidad, nuestra verdadera identidad. Es quienes somos cuando estamos conectados con el Universo, esta conexión universal se produce cuando establecemos la conexión interior entre el Adulto Amoroso y el Niño Amado.

El Yo Superior es quien verdaderamente somos cuando podemos ser auténticos, genuinos y compasivos al máximo. Cuando estamos en nuestro Yo Superior es cuando nos sentimos llenos de amor, de empatía, y de perdón. Es el estado maravilloso que nos permite aprovechar nuestra sabiduría, la sabiduría que proviene directamente del universo.

El Yo Superior es la esencia del poder, el elemento creativo nutriente, vivificador y sustentador de la vida que está dentro de nosotros y en el universo. Del equilibrio entre el Dios y la Diosa, entre lo masculino y femenino, surge toda la vida. No es violento, jamás quita la vida y nunca destruye. Sólo da vida y amor, y, por lo tanto, es la esencia de la paz.

Siempre que vivimos un sentimiento expansivo de amor y de unidad con toda la humanidad, se debe a que estamos conectados profundamente en nuestro interior: somos en esos momentos nuestros Yoes Superiores.

El propósito del Yo Superior es aprender y amar, y desarrollarse hasta alcanzar la alegría total. Cuando en algunos instantes sentimos paz total, o un sentimiento de amor profundo que desborda nuestro corazón, o una sentimiento de alegría profundo, o una sensación estimulante de fuerza interior y de poder personal. Es el estado que provoca la presencia del Yo Superior. La mayoría de nosotros podemos recordar haber tenido alguna de esas sensaciones en alguna ocasión, rara vez pensamos en la posibilidad de vivir nuestras vidas diarias en ese estado tan glorioso del ser, pero siempre latente a manifestarse.

El nacimiento del ego

Debo aclarar el sentido que le doy al término “ego”. No me refiero al “ego” de Freud o de la psicología. Mi definición de “ego” procede de la filosofía oriental. El ego es el falso yo que surge de la desconexión y del rechazo que hacemos a nuestro Niño Interior, preferimos escondernos que aprender del dolor interno. Cuando reaccionamos ante el rechazo externo que vivimos de niños rechazándonos internamente a nosotros mismos, nos desconectamos y es ahí donde nace el ego.
La desconexión surge cerca de los 3 años a los 7 años de edad, cuando recibimos las heridas emocionales. Es cuando de niños recibimos algún tipo de mensaje que nos cause miedo, culpa, vergüenza, nos sentimos abandonados, creemos que no valemos lo suficiente porque nuestros padres no están presentes, no nos atienden todo lo que necesitamos.

Las necesidades fundamentales de un niño es amor incondicional, valoración, respeto y apoyo, y si estas necesidades no fueron satisfechas en temprana edad, queda un vacío interno que permanece toda la vida.

En una época muy temprana de la vida, cuando éramos muy pequeños, vivimos nuestra primera separación, la primera desconexión de una persona totalmente necesaria en nuestras vidas. Esto sucede en el nacimiento, cuando se separa al niño de la madre y se lo llevan a una sala donde lo dejan para que enfrente solo su llegada al mundo. Luego, cuando llega a casa lo que el bebé necesita es estar en brazos y que le aporten sentimientos de amor y de seguridad, y generalmente lo dejan solo en su cuna o en su corral. Luego llegan otros rechazos, la muerte de un padre, un divorcio, o que no recibiera de alguno de sus padres el amor, la atención y la afirmación que necesitaba. O muchas veces vivenciar de manera continua desaprobación manifiesta.

Todos nosotros hemos vivido muchas formas de desconexión de nuestros padres, y cada uno de nosotros hemos llegado a la conclusión de que estábamos siendo rechazados o abandonados porque teníamos algo de incorrecto: éramos inadecuados, o malos e indignos de ser amados. Es en ese preciso momento donde nace el ego. En esa etapa de nuestra vida donde éramos frágiles y vulnerables, lo que vivenciamos como rechazo, y la vivencia consecuente de la soledad, era demasiado para que pudiésemos enfrentarnos a ello, de modo que intentamos protegernos a nosotros mismos desconectándonos del niño que se sentía solo y construimos un falso yo (el ego), con la esperanza de que nos protegiese del dolor de la soledad y de que nos consiguiese el amor que necesitábamos tan desesperadamente. Cuando fuimos creciendo el abandono externo se internalizo cada vez más, al reforzarse el ego y al hacerse más pronunciada la desconexión entre nuestro Adulto Interior y nuestro Niño Interior.

El propósito del ego es protegernos de la soledad y obtener amor, más que dar amor. El ego no sabe ser amoroso. Es nuestra parte crítica que hace reproches, que se avergüenza y avergüenza, asusta, es iracunda y está a la defensiva. El ego se manifiesta en el Adulto no Amoroso, y en el Niño no amado y abandonado.

La tarea del ego consiste en asentarnos a nosotros mismos o asentar a los demás con la esperanza de evitar el abandono y el rechazo. Pero, paradójicamente, es la desconexión interna la que crea el ego y la que provoca la vivencia interior de separación, abandono, rechazo y soledad. Es esta desconexión la que crea el estrés con que vivimos todos los días. Este es el estrés que debilita el sistema inmunológico dejando el cuerpo vulnerable a las enfermedades.

Con un trabajo consciente y correctamente guiado hacia la conexión y sanación del Niño Interior, el cumplimiento de un compromiso adquirido de adopción y repaternización del Niño, la vida entera cambia.

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