En cualquier momento en que encontramos un obstáculo para el logro de nuestros deseos y necesidades, nuestros cuerpos y nuestras mentes se activan. Cualquier amenaza para nuestra seguridad, felicidad o autoestima, provoca una cascada de reacciones físicas y emocionales.
Este mecanismo de respuesta hacia el estrés, a veces conocido como ”Lucha o huida”, procede de una primitiva región cerebral y está diseñada para asegurar nuestra supervivencia.
Es la respuesta que nos permite sobrevivir ante el peligro; ésta se convierte en estrés que es prácticamente cualquier cosa que se interponga al cumplimiento de nuestros deseos; y cuando nos encontramos con algún obstáculo que impide la realización de nuestras necesidades y deseos; nuestra mente y cuerpo reacciona tratando de vencer o evadir esos obstáculos.
A nivel físico puede ser útil a corto plazo; pero a largo plazo tiene un efecto degradante en la salud. Esta reacción física era necesaria hace miles de años; puesto que nuestra sobrevivencia corría peligro porque podíamos ser presa de algún animal, necesitábamos protegernos y movilizarnos físicamente cuando nos sentíamos amenazados.
La reacción de lucha o huida canaliza toda la energía vital disponible para proteger a la persona. Cuando nos sentimos amenazados las pupilas se dilatan inmediatamente para permitir el paso de la luz. El corazón palpita más rápido para enviar oxigeno y energía a los tejidos. El flujo sanguíneo se desvía automáticamente hacia los músculos de las extremidades alejándose de los órganos del aparato digestivo; las glándulas sudoríparas producen sudor para impedir el recalentamiento del cuerpo mientras que los niveles de glucosa aumentan a causa de cambios complejos de las hormonas reguladoras del azúcar. Las glándulas suprarrenales liberan hormonas del estrés para movilizar energía
Esta reacción primitiva era útil miles de años atrás cuando teníamos que protegernos físicamente; pero hoy en día no necesitamos hacerlo; sin embargo todavía tendemos a reaccionar de esa forma cuando no logramos satisfacer nuestras necesidades; el impulso de correr o escapar está casi a flor de piel cuando nos atascamos en el tráfico; abrimos una factura que nos parece excesivamente alta, o descubrimos una abolladura en nuestro coche nuevo. Esa reacción de lucha o huida tiene un efecto acumulativo en nuestra fisiología sin que tengamos realmente la posibilidad de liberar la presión que se acumula en nuestro interior; esto ocasiona presión arterial alta; problemas digestivos. Las hormonas del estrés crea ansiedad y a la larga depresión. El sistema inmunológico se debilita haciendo más susceptible las infecciones y el cáncer.
Durante la meditación el organismo llega a un estado de conciencia relajada, que contrarresta la respuesta de “lucha o huida”. Durante la meditación podemos experimentar la disminución del ritmo cardíaco, normalización de la presión sanguínea, respiración relajada, reducción de las hormonas del estrés, el sistema inmunológico se refuerza.
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2 comentarios
Muy interesante! Buenisimo, explica muchas de las razones por lo que aveces nos sentimos tan mal. gracias!
Con la meditación, puedo ver más claramente donde estoy parada y entonces, hacia donde debo ir.