“Entonces, el observador (el alma) se establece en su propia naturaleza»
Si en este momento pudieras aquietar por completo tu cuerpo, tus pensamientos y tus emociones, te volverías inmediatamente consciente de tu verdadero Ser – el alma- y de tu gran cuerpo universal que late con el Gozo de Dios. El alma se establecería “en su propia naturaleza”. ¿No es extraño que el Gozo de Dios esté ahí y sin embargo no puedas sentirlo? La razón de que no conozcas su Dicha es que estás embriagado con el sentimiento del ego.
El velo del maya que oculta la realidad y solo permite percibir los sentimientos que surgen del ego (ahamkara o conciencia corporal) oculta el gozo de Dios. El velo del maya se diluye mediante la práctica diaria de la meditación y es entonces cuando podrás contemplar ese Gozo.
Tu verdadera naturaleza es la calma. Te has colocado una máscara de inquietud, formada por el agitado estado de conciencia que resulta de los estímulos de los sentimientos. Tú no eres esa máscara, eres el puro y calmado Espíritu. Ha llegado el momento de que recuerdes quién eres: el alma bendita, un reflejo del Espíritu. Quítate la máscara de los sentimientos y mira de frente a tu Ser interior.
Cada vez que te enfadas o te llenas de odio, adoptas un disfraz del mal. Cuando una persona llega a encolerizarse lo suficiente, desea matar. En realidad no desea hacerlo –es decir, su alma no lo desea- pero, como el alma se ha identificado con el sentimiento, su ira se lo hace creer. Por lo tanto no es conveniente permanecer en el estado común de conciencia humana, sujeto a emociones violentas. Tú mismo te encarcelas en diversos estados de ánimo, y esa es la causa de todos tus pesares. Para escapar debes disolver los sentimientos relacionados con la conciencia corporal. La meditación es el único camino para lograrlo.
Los sentimientos y emociones oscurecen el alma
Durante mucho tiempo has pensado que tenías ciertas cualidades , ligadas a sentimientos y emociones característicos. Patanjali afirma que vas disfrazado con esas pasiones y deseos, y que lo has hecho durante tantas encarnaciones que has olvidado por completo tu verdadera naturaleza. Una vez que adviertas que, cada día, sólo estás representando diferentes papeles de acuerdo con tus diferentes cambiantes sentimientos, no serás la misma persona, podrás deshacerte de esos estados engañosos. Cuando tomes plena conciencia de que la pasión y el enojo no forman parte de tu verdadera naturaleza, esas emociones ya no podrán ejercer control sobre ti. Cada persona es innatamente maravillosa, tan sólo tiene que liberarse de la máscaras de la conciencia del ego. Recuérdalo.
Si colocas un diamante cerca de un gato negro, el diamante reflejará el color negro. ¿Pero es el diamante de color negro? Absolutamente NO. Apenas alejes el gato del diamante y permitas que la luz atraviese el diamante, éste resplandecerá con su propio brillo natural. El gato negro representa la inquietud que experimentas, que oscurece tu conciencia con las emociones y eclipsa la luz y el gozo del alma. La misma naturaleza de la inquietud hace que cuando algo comienza a proporcionarte placer, ya estés buscando algo diferente, impulsado por un descontento persistente que el sentimiento estimula. Pero la bienaventuranza –el Gozo de dios oculto en el alma- es siempre nueva, siempre constante en tu conciencia. Dado que brinda completa satisfacción, ya no habrá más inquietud en ti. Espero que comprendas el valor de lo que estoy diciendo hoy. Es el camino hacia la liberación de todo pesar.
La autocomplacencia esclaviza el alma
El perfecto control del sentimiento te convierte en soberano de ti mismo. Jamás seas adicto a nada ni te apegues a ningún hábito. El hecho de beber café no significa forzosamente que seas esclavo de él, pero si sientes la necesidad de tomar tu café, entonces ese sentimiento si te ha esclavizado. Deja que el fin de tu esclavitud se produzca tan pronto como digas “No lo necesito más”. Jamás permito que nada me ate. Puedo comer o beber algo agradable y luego desechar todo deseo hacia ello, todo pensamiento relacionado con dicho alimento desaparece ese instante.
Comienza por no hacer caso de tus gustos y aversiones, y entrena de esa misma forma a tus hijos. Malcrías a tus hijos cuando les dices “¿Qué quieres comer? ¿No te gustan las espinacas? No tienes que comértelas si no te apetecen”. Mediante la complacencia conviertes a tus hijos en esclavos de los sentimientos.
Cuando eres el dueño de tus sentimientos, moras en tu verdadera naturaleza. El verdadero estado del Ser –o lo que es lo mismo, del alma- es la dicha, la sabiduría, el amor, la paz, consiste en ser tan feliz que disfrutes de cualquier cosa que hagas. Cuando estés centrado en tu verdadero Ser, realizarás cada tarea y disfrutarás de todas las cosas con el gozo de Dios. Lleno de su embriagadora dicha, llevarás a cabo todas tus acciones gozosamente.